
La Voz del Sauce
La Voz del Sauce Cuento metafórico para Claudia, con aroma a infancia y sabiduría antigua
MINI CUENTOS Y MEMORIAS QUE CURAN EL ALMA
Claudia Marchessi
6/16/20252 min read



🌿 La Voz del Sauce
Cuento metafórico para Claudia, con aroma a infancia y sabiduría antigua.
En un valle escondido entre montañas susurrantes, donde los ríos no corrían, sino que caminaban en silencio, vivía una niña con los cabellos más largos que se habían visto jamás. Su nombre era Maïra, y aunque nadie lo sabía, su cabello guardaba secretos que el viento respetaba.
Maïra no hablaba mucho. No porque no supiera palabras, sino porque las palabras que llevaba dentro no eran como las demás: eran delicadas, frágiles como la neblina, y si salían antes de tiempo, podían romperse. Así que las guardaba. Las trenzaba con flores. Las escondía en su melena.
Cada tarde, la niña caminaba hasta un viejo árbol que vivía al borde del lago de las Aguas Quietas. No era un árbol cualquiera: era un sauce llorón, pero no lloraba por tristeza. Lloraba porque recordaba cosas que nadie más recordaba. Sus ramas caían como brazos de anciana sabia, y sus hojas susurraban canciones que no estaban en ningún idioma conocido.
Maïra se sentaba a su lado y escuchaba. A veces, el sauce le hablaba de mujeres que bailaban con tormentas. Otras veces, le contaba historias de niñas que aprendieron a volar sin alas. Pero una tarde, el sauce no dijo nada. Solo se agitó, levemente, como si estuviera esperando algo.
La niña apoyó la cabeza en su tronco. Y entonces, sintió algo muy extraño: el árbol le estaba escuchando. Por dentro. Como si tuviera oídos en la savia.
Fue la primera vez que Maïra no escuchó un cuento… sino que lo contó.
No usó palabras. Usó imágenes. Recuerdos. Fragmentos de silencio. Le mostró al árbol cómo su voz se le había dormido adentro. Cómo su cabello había guardado gritos suaves, llantos mudos, canciones que nunca se cantaron.
El árbol no opinó. No interrumpió. Solo se mantuvo firme. Presente. Y al final, cuando la niña terminó su historia sin voz, el sauce dejó caer una sola hoja… que flotó hasta su mano.
Era una hoja dorada. En ella, estaba grabado algo muy antiguo, algo que el árbol no había dicho en siglos.
“Cuando un árbol escucha tu verdad, te devuelve raíz.”
Maïra entendió.
Y esa noche, por primera vez en mucho tiempo, soñó con su cabello flotando libre en el cielo, convirtiéndose en río, en camino, en voz.
Al día siguiente, sus trenzas ya no ocultaban palabras.
Ahora eran ríos que sabían hablar.
🍃
(fin)
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